#ElPerúQueQueremos

Como dice Elvis Crespo: Píntameeeeeeeeeee!!!

Publicado: 2011-02-04

Fotografía de Daniel Oporto Patroni.

 

Por Alfredo Lindley-Russo

 

¿Triciclo en el descanso o pintura en el hormigón?:

-          ¡Carajo Jorge! La sala se ve fea. Quita el triciclo de ahí.

-          Pero mi amor, el depa es chico. No hay donde ponerlo.

-          Nada. No sé cómo haces, pero hoy vienen mis papás y no quiero tener esto así… así que lo arreglas.

Y Jorgito, en su desesperación no tuvo mejor idea que colocar el triciclo en el descanso del edificio y se olvidó del asunto, hasta que escuchó el escándalo producido por el accidente que sufrió su suegro, dos horas más tarde, cuando llegando a su departamento, se tropezó con un obstáculo en su camino.

Cambiando algunas palabras, la historia se leería así:

-          ¡Carajo Ossio! El Museo de la Nación se ve feo. Píntalo por lo menos.

-          Pero, Señor Presidente...

-          Nada. No sé cómo haces, pero van a venir los Jefes de Estado y de Gobierno de América del Sur y Países Árabes por ser la sede de la III Cumbre América del Sur y Países Árabes (ASPA) y no quiero tener esto así… así que lo arreglas.

Y Juancito, en su desesperación no tuvo mejor idea que pintar el Museo de la Nación y se olvidó del asunto, hasta que escuchó el escándalo producido por un grupo de arquitectos revoltosos, horas más tarde, cuando cruzando por la Javier Prado tropezaron con semejante aberración en el camino.

¿Brutalidad o Brutalismo?

Aunque pareciera una mal chiste, Brutalismo (del francés béton brut u "hormigón crudo") no es pintar el Museo de la Nación. Es más bien un estilo arquitectónico que surgió del Movimiento Moderno (llegó a su cúspide entre 1950 y 1970), inspirado inicialmente por el trabajo del arquitecto suizo Le Corbusier y cuya idea -como lo sugiere su propio nombre- es exponer los materiales en bruto. En el Perú, grandes edificios públicos (además del Museo de la Nación) fueron construidos con este estilo durante etapas marcadas por el socialismo, como por ejemplo el edificio de Petroperú y del Centro Cívico. Ello no es coincidencia, pues el brutalismo se asoció con las ideologías de utopías sociales que tendían a promover sus diseñadores.

¿Corrigiendo el error u ocultándolo?

Ya hay manifestaciones en el Facebook que alzan su voz de rachazo (como Museo de la Nación Blanco o Rechazo al pintado del Museo de la Nación). O sea, ya es mucho roche…

Así que, ante tanto escándalo, el señor Ministro de Cultura informó que se procederá a pintar de color cemento el Museo de la Nación. Y es que lo pintado de blanco no puede ser borrado “ni con aguarrás”.

¿Un post de arquitectura o de propiedad intelectual?

Como comentamos en un post anterior, los autores tienen el derecho moral (y por lo tanto, irrenunciable, imprescriptible, inalienable e inembargable) a la integridad de su obra, lo cual implica que tienen la facultad de oponerse a toda deformación, modificación, mutilación o alteración de la misma. Este derecho es tan fuerte que incluso puede ser oponible al adquirente del objeto material que contiene la obra.

En el caso de las obras arquitectónicas, más allá de lo que puede ser objeto de protección o no (lo que ha sido materia de otro post) el artículo 80 del Decreto Legislativo Nº 822, Ley de Derecho de Autor señala lo siguiente: “El autor de obras de arquitectura no puede oponerse a las modificaciones que se hicieren necesarias durante la construcción o con posterioridad a ella, o a su demolición.

Si las modificaciones se realizaren sin el consentimiento del autor, éste podrá repudiar la paternidad de la obra modificada y quedará vedado al propietario invocar para el futuro el nombre del autor del proyecto original.

Entonces en el caso del Museo de la Nación y también del Centro Cívico (donde ahora está un moderno y coloreado centro comercial Real Plaza), se podría realizar modificaciones en caso que estas fueran necesarias (cambio de paredes porque están a punto de caerse, ampliación en algunas salas para aprovechar espacio, etc.), pero en todo caso, se le da la oportunidad al señor Miguel Cruchaga Belaúnde (que es el arquitecto de la obra, quien no está de acuerdo con el pintado de la misma) de repudiar la paternidad de la obra, es decir, que nunca más lo vinculen con ella.

Ahora la pregunta va para ustedes: ¿consideran que pintar el Museo de la Nación constituye una modificación necesaria? Denme su opinión… o para ir más a tono con el post ¡PÍNTENME LA CANCHA!


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