Por: Viana Rodríguez Escobar

“Sobre gustos y colores no han escrito los autores”. No sé por qué, pero nunca me gustó ese refrán porque sentía que escudándose en él, cualquier persona podía imponerme una cosa horrible, diciendo que a otra gente sí le podía gustar. Tampoco digo con ello que yo sea una crítica de arte consumada, sino que ello se contraponía directamente con la educación “progre” que me dieron mis padres (me van a odiar ese par), por la cual yo podía oponerme a casi cualquier orden de ellos, siempre y cuando fundamentara mi posición. Por ejemplo: “No voy a tomar la sopa, porque el aporte nutricional es bajísimo”. ¡Les juro que funcionó!

Pasaron los años (no muchos) y tras haber estado peleando con el Derecho (al punto de llegar a pensar en dejarlo), encontré mi pasión en el Derecho de Autor. Y es aquí que me choqué otra vez con el bendito refrán, esta vez hecho ley: “Artículo 3º.- “La protección del derecho de autor recae sobre todas las obras del ingenio, en el ámbito literario o artístico, cualquiera que sea su género, forma de expresión, mérito o finalidad. (…)” (el subrayado es nuestro).

¿Qué quiere decir? Que no importa que para ti el comercial de Aceite Sabrosón sea una … vamos a decir “cosa extraña”. Si es una creación intelectual personal y original, será obra.

Entonces, si supongo bien, ya todos ustedes deben estarse relamiendo esperando que haga mi comentario sobre el tan sonado “Cristo del Pacífico”, sobre todo considerando dónde trabajo. Pero como esto es un blog sobre Propiedad Intelectual, lo que puedo decir es que la figura de plástico que han colocado sobre el Morro Solar, puede ser considerado obra, siempre y cuando cumpla con ser una creación intelectual personal y original. Por otro lado, como en este país la libertad de expresión es algo que se ejerce (Disclamer: este post refleja únicamente la opinión de quien lo suscribe y no compromete a institución alguna) debo decir que es desproporcionado (estéticamente), sin propósito alguno y un atentado contra el espacio público (que aunque usted no lo crea, señor Presidente saliente, es de todos).

Contra esta imagen, que intenta emular al Cristo del Corcovado, y que ha sido llamada en las redes sociales #Cristodelorobado o #Cristodelgordovago, se han formado diversos grupos en Facebook tales como “Yo quiero una estatua de Godzilla en la Isla San Lorenzo” o “Queremos que construyan un Mazinger Z en el Morro Solar”. Estos grupos buscan protestar (así es, antes marchábamos, ahora creamos grupos en Facebook… y también marchamos) y de paso dar su opinión respecto a lo que es correcto, incluso estéticamente hablando.

Y es que las redes sociales, y el internet en general, nos han colocado en una posición mucho más horizontal: todos podemos opinar de todo, podemos jugar un papel importante en las elecciones de un país (aquí el análisis clarito, clarito de Marco Sifuentes), e incluso podemos dar opiniones y propuestas para elaborar una nueva Constitución.

En esa misma línea, ¿por qué no podríamos ser críticos de arte a través de las redes sociales? Pues se puede, o al menos se debería poder según la excelente propuesta de Oliver Glave que promueve el concepto de Social Network Art, que consiste en un género artístico en el cual la obra es el resultado de la interacción de los usuarios dentro del entorno de las redes sociales.

El Social Network Art funciona así: posteas una foto o video, alguno de tus contactos interactúa con tu publicación y determina que la misma es arte. Lo que Glave ha incorporado es un símbolo identificador para la aplicación llamada “This is Art” (el link del proyecto estará listo en un par de días) que consiste en una mano formando la letra “A” y que, de llevarse a la práctica, estará al lado de la mano con el pulgar levantado que significa “Me gusta”.

Autor: Oliver Glave

Lo genial, además, es que según el Social Network Art, la obra es todo. No solo la foto, sino todo: la foto, la opinión, la designación de la publicación como arte. Es decir, el mejor ejemplo de una obra en colaboración en el arte.

Así que, ¡Bienvenidos al Arte 2.0!