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¨Un compás no es copiar¨: un mito y un submarino amarillo

Publicado: 2012-05-26

por: Daniel Sumalavia

Muchas veces he escuchado la idea de que existe un número de compases o segundos, dentro de los cuales uno puede eximirse del pago de derechos de autor, lamentablemente queridos piadosos, eso es falso.

No existe un número exacto de tiempo (musical o cronológico) que te permita definir a ciencia cierta que lo que estás utilizando para la grabación de una canción o un video no atenta contra el Derechos de Autor o que necesita de una autorización del autor para su uso.

Hace poco leyendo el libro “Here, There and Everywhere: My Life Recording the Music of The Beatles”, escrito por el ingeniero de sonido de la mayoría de discos de los Beatles Geoff Emerick encontré un interesante ejemplo de al respecto.

En 1969 los Beatles ya eran una mina de oro para su disquera EMI. Uno podría pensar que la empresa haría lo que fuera que ellos pidieran sin importar el costo, pero avanzando en el libro uno se da cuenta que incluso siendo The Beatles, tenían limitaciones tanto de presupuesto como de tecnología de grabación, lo que hace aún más valorable su aporte musical, porque mucho de los sonidos y efectos que hoy se hacen con un botón fueron experimentos de Emerick tratando de encontrar los sonidos que Beatles pedían (eso incluye meter un micrófono pequeño envuelto en un preservativo dentro de una botella de vidrio llena de agua).

Durante la grabación del tema “Yellow Submarine”, luego de finalizada la grabación de  los cuatro Beatles, cuando ya era de noche, ellos propusieron la inclusión de instrumentos de viento para sustituir un solo de guitarra de George Harrison, pero a esa hora de la noche nadie iba a conseguir músicos para grabar, además eso se hubiera excedido del presupuesto, entonces George Martín, el productor, pidió a los encargados de EMI conseguir grabaciones antiguas de marchas de la biblioteca.

Pero si tomaban algún pedazo de un tema iban a tener que pedir autorización para usarlo (incluso a pesar de ser de la misma disquera) y pagar por los derechos del autor y los derechos de los ejecutantes de las piezas musicales. Entonces optaron por una solución creativa, cortar pequeños pedazos de cinta, lanzarlos al aire, pegarlos de manera aleatoria. El resultado: un solo pequeño, que suena bien, pero que no cuadra del todo, bastante de la onda que tiene la propia canción.

Lo importante aquí es que los pedazos de sonido tomados, son irreconocibles, en muchos casos una sola nota sostenida, lo cual no puede ser protegida como obra, no hay forma de distinguir a que obra corresponde y por ende EMI nunca tuvo problemas por concepto de Derecho de Autor.

En conclusión, si copias un pequeño extracto de una canción tienes que tomar en cuenta que incluso en un par segundos puedes tener una línea melódica perfectamente reconocible y que haga que el uso de esa obra te pueda generar una demanda por Derechos de Autor, eso no lo define la duración en segundos o compases, lo define el extracto sonoro que se está usando, con lo cual hay que analizar caso por caso y estar bien atento.

Ni los Beatles se salvan de tener cuidado al usar obras ajenas.


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