Gracias Dios por darnos la (buena) Regulación Estatal
Después de muchas, pero muchas, lunas, vuelvo. No regreso con la “pata en alto”, pero sí pendencieramente. Yo me considero un liberal-clásico de pura cepa: escuela de economía austriaca y con devoción por el Estado de Derecho y un sistema de gobierno democrático. Y como muchos abogados creo que el Análisis Económico del Derecho (AED) es una herramienta muy importante que debe ser incorporada en el análisis –valga la redundancia– por todos en el mundo jurídico. Pero no soy fundamentalista ni recalcitrante. Cuando en mi casa se queman las bombillas de luz, yo mismo las reemplazo y no espero a que la mano invisible del mercado lo haga por mí. A los amigos del extranjero les cuento que en el Perú existe una “argollita” de “ratones de laboratorio” que flotan cómodamente en las fascinantes teorías del liberalismo para intentar explicarlo todo con suma sencillez –hasta ahí todo bien–, pero se ahogan desesperadamente cuando quieren encontrar –si acaso lo intentan– un contraste empírico que soporte sus argumentos. Algunos de ellos no entienden que el AED no es un fin en sí mismo, sino simplemente una herramienta más, que debe ser aplicada respetando la lógica jurídica… y en el colmo de los colmos ¡hay quienes incluso desconocen el contenido de una ley porque desde el punto de vista del AED es mejor aplicar una regla distinta!
Así que en honor de esos yuppies (muchos de ellos amigos míos, lo reconozco) que se sienten que son re-cool porque todos sus planteamientos parten del AED, les dedico esta piedad sobre cómo una regulación puede ser positiva, específicamente en el campo de la propiedad intelectual.
En el 2013 la industria del automóvil incrementó sus solicitudes de patentes a través del Tratado de Cooperación en materia dePatentes (PCT), un mecanismo que ofrece a los solicitantes la posibilidad deproteger sus patentes (y con ello) su invención en 148 países. ¿Quieren cifras? Pues bien, en el año 2010, fueron 2 322 las patentes que solicitaron los fabricantes de automóviles. En el 2012, 3 606. Para el año 2013 la cifra ascendió a 4 275. Así, las solicitudes de patentes se han incrementado 84% desde el 2010.
¿Cómo sucedió esto? Muy sencillo, debido a una exigencia regulatoria que obliga a reducir las emisiones de dióxido de carbono. Un tipo de regulación que mis amigos yuppies hubieran cuestionado porque finalmente podría afectar al ciudadano (que es a quien se desea proteger). Algunos argumentos que hubieran esgrimido –llevados al extremo- seguro que hubieran sido: (1°) el incremento del precio final del automóvil, (2°) la reducción de la demanda, (3°) la quiebra de las empresas automotrices menos eficientes, (4°) el consecuente incremento de la antigüedad del parque automotor y (5°) finalmente la mayor cantidad de emisiones de dióxido de carbono… (¡diablos! se me pusieron los pelos de punta).
Felizmente se hubieran equivocado en sus predicciones, porque la evidencia empírica nos ha mostrado que las empresas de la industria decidieron invertir en investigación y desarrollo de tecnologías más limpias. Al parecer estamos en buen camino. Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) Toyota Motor Corp es quien más ha hecho uso del PCT (con 1 696 solicitudes publicadas). Lo siguen Nissan Motor Co, Honda Motor Co, Daimler AG and Audi AG (extrañamente algunos como General Motors Co. prefieren no utilizar el PCT y registran sus patentes en cada país de manera independiente). Este ranking no indica necesariamente quien es el más innovador, pero sí podría ser un indicio.
Ya sé lo que me dirán los yuppies se está generando un monopolio de empresas con tecnologías que cumplan con la regulación. Al final los competidores tendrán que salir del mercado y los precios se dispararán. Tranquilos amigos, nada obsta para que los competidores desarrollen tecnologías patentables que cumplan con la regulación. Además, al cabo de 20 años (cuando caduque la patente) esas tecnologías serán de libre disponibilidad por cualquier otro competidor, incluso si no intervino en su desarrollo. Con lo cual los problemas que tanto preocupan no deben quitarnos el sueño, en todo caso, lo que sí debe quitarnos el sueño es poder tener un planeta vivo en los próximos 20 años.